Hay vacunas que se ponen en la infancia y sirven para “toda la vida”, por ejemplo la de la poliomielitis. Hay otras que producen una inmunidad temporal, cómo la del tétanos, debiendo ponerse unas dosis de “recuerdo” pasados unos años desde la anterior. Finalmente, algunas, cómo la de la gripe, su efecto dura “solamente” un año.
A pesar de la necesidad de repetir la vacunación anualmente, la vacuna es suficientemente eficaz ya que “La efectividad vacunal globalmente es del 65%, pero varía en función de las características de la vacuna, del virus, de la población y del objetivo que se persigue prevenir, yendo desde menos del 10% hasta casi el 90%”, y muy segura ya que las vacunas frente a la gripe están disponibles desde hace más de 70 años y han ido evolucionando en su formulación, fabricación y administración. La primera vacuna de la gripe se formuló en 1947 en Pensilvania (EEUU).
¿Por qué?
Los virus que causan la gripe no son siempre los mismos.
Simplificando bastante podemos decir que, cuando el virus detecta que se ha quedado sin personas a las que infectar, o cambian las condiciones medioambientales favorables, se “disfraza” con un traje nuevo para ver si el sistema inmunitario humano no lo reconoce y, por lo tanto, no “lucha” contra él.
Este traje son los antígenos de su superficie, que son las proteínas que le confieren su capacidad para infectar. Con una proteína diferente, ya se puede multiplicar sin inconveniente alguno toda vez que el hombre no tiene protección contra este virus con nuevo traje al no reconocerlo. Este proceso se produce permanentemente, ya que la climatología de la Tierra no es la misma en los dos hemisferios del planeta: cuando en un sitio es verano, en otro es invierno. Cuando unos países están en época de calor, sin gripe, otros están en plena epidemia.
Hay otra razón que no depende del virus, sino del hombre.
El sistema de defensa inmunitaria del organismo que se activa tras la vacunación, los anticuerpos, disminuyen con el tiempo y en un punto resultan insuficientes para repeler un nuevo ataque un año más tarde.
¿Cómo se hace una vacuna contra la gripe?
Se ha dicho que la composición de la vacuna se actualiza cada año. La pregunta debe de ser: ¿quién y cómo se decide la composición? Veamos.
- Actividad de los centros de la OMS
En el mundo, coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 100 centros de distintos países ejercen una vigilancia de la gripe durante todo el año en las zonas variables donde se manifiesta la epidemia. Se analizan los virus en muestras de miles de pacientes infectados y los resultados se envían a los 5 centros de referencia de la OMS. De esta manera se tiene información actualizada de cómo evolucionan las mutaciones de los virus, de cómo cambian de traje.
Dos veces al año se reúnen expertos de la OMS y, a la vista de los resultados de la información suministrada por los centros de análisis, se hacen las recomendaciones sobre la composición de las vacunas de la “temporada” siguiente.
A la vista de estas recomendaciones, las autoridades sanitarias de cada país deciden con qué cepas de virus autoriza la fabricación de las vacunas.
Los organismos sanitarios a nivel nacional y supranacional se encargan ahora de obtener lo que se llama la cepa vacunal, de comprobar que la cepa produce los mismos antígenos que los virus circulantes y de preparar los reactivos necesarios para que los laboratorios puedan cumplir con lo que se pretende.
- Actividad de los laboratorios
Decididos los virus objeto de autorización y los estándares de dosis y calidad, y recibido de la OMS el virus de la cepa vacunal, comienza un laborioso proceso de los laboratorios que van a fabricar las vacunas.
El proceso comienza por establecer las condiciones óptimas en las que se va a producir la multiplicación del virus en huevos de gallina.
Para obtener el virus a granel se produce la infección de grandes cantidades de huevos, que se incuban unos días para que el virus se multiplique. De estos huevos se obtienen las claras que son las que contienen los virus, que se separan de las mismas y se destruyen por la acción de reactivos químicos.
Los virus destruidos dejan un líquido con un conjunto de proteínas que se purifican, obteniendo así los antígenos, que son los ingredientes con los que se van a fabricar las vacunas.
No queda más que realizar controles de calidad comparando el producto obtenido con los reactivos que les suministró la OMS, la dilución hasta obtener la concentración exigida y el envasado de la misma en viales o jeringas.
Al final de todo este proceso de elaboración, los laboratorios realizan controles de esterilidad, de concentración y de bioseguridad. En algunos países se exige también la realización de ensayos clínicos en humanos para comprobar la inocuidad y la efectividad.
- Autorizaciones estatales
Antes de su puesta en el mercado no queda más que un trámite administrativo que es la aprobación oficial de la vacuna, para lo que cada país tiene una reglamentación propia.
Cómo se ve, el proceso de elaboración consta de dos etapas: una que consiste en la selección de las cepas de virus a cargo de la OMS y de los Estados miembros, y otra, la de fabricación de la propia vacuna. Para su puesta a disposición del público queda solamente un trámite administrativo que es la obtención de la autorización sanitaria.
Casi todas las vacunas antigripales se obtienen a partir de huevos de gallina que tienen entre 9 y 12 días de fecundados; pueden, por tanto, contener restos de proteínas de huevo, por lo que las personas alérgicas a esta proteína deben de consultar con su médico antes de vacunarse.
Los laboratorios fabricantes necesitan unos seis meses para poner en el mercado la vacuna. Esto justifica en parte que la efectividad no sea del 100%, ya que la vacuna que nos llega este año está fabricada con los virus que se recomendaron por la OMS tras los análisis de las muestras de los virus circulantes en el hemisferio sur en “su” otoño pasado, “nuestra” primavera. En estos seis meses los virus pueden haber “cambiado de traje”, haber mutado.
Hay una pequeña publicación interesante de la OMS para los que queráis más detalles sobre este proceso de elaboración que puede consultarse en el enlace siguiente:
https://www.who.int/csr/disease/swineflu/notes/h1n1_vaccine_20090806/es/#
Para tranquilidad de todos, lo primero es decir que las vacunas no contienen virus vivos. Es por esto que las vacunas nunca pueden infectar de gripe a quienes nos las ponemos.
Cómo se ha dicho en el proceso de fabricación, los virus se inactivan “rompiéndolos” en fragmentos. Esta inactivación produce unas proteínas que son los antígenos que inducen la respuesta inmunitaria en el vacunado sin necesidad de que padezca la infección. La respuesta inmunitaria consiste en que, el vacunado, produce “defensas” (anticuerpos) en número suficiente como para detener una infección ocasional por el virus “vivo”
Se ha dicho que la composición de las vacunas varía cada año. Este año se han autorizado dos tipos de vacunas, una trivalente (con tres cepas vacunales: A-H1N1, A-H3N2 y una cepa B-Victoria) y otra tetravalente con otra cepa B-Yamagata distinta.
Después de todo esto cabe preguntarte: y tú, ¿te vas a vacunar?